Carmela y Jorge deseaban que su boda fuera única y que reflejara el amor que sienten ambos por el arte, la creatividad y los espacios significativos.
Por Brenda Enríquez
Se conocieron en el edificio que habita Carmela gracias al reconocido fotógrafo Eny Ronald, amigo en común. En un inicio solo coincidían esporádicamente, pero luego de compartir en varios eventos, empezaron a verse con otros ojos. Primero vivieron juntos, pero luego de dos años y medio decidieron irse de luna de miel a París, Estambul y la isla de Miconos. El 19 de mayo, en la cima de la Torre Eiffel, Jorge decidió pedirle matrimonio, el día del cumpleaños de Carmela.
Contrajeron nupcias en la Plaza Carlos Mérida del Centro Cívico de la Ciudad de Guatemala, pues la consideran como una catedral del arte. La inspiración urbana de su enlace se debe a la profunda admiración de ambos por la obra de Carlos Mérida, Dagoberto Vásquez y Roberto González Goyri.
Ese día, Carmela se trasladó junto a su familia en Transmetro y Jorge en bicicleta, como buen atleta. La ceremonia fue relajada: no había dress code ni reglas, todo fue libertad. Seguido de la ceremonia, la cena se realizó en El Atelier del Edificio OEG/La Fototeca.
La originalidad no faltó en esta boda, la vajilla era la de casa: una parte de la abuelita y otra de la clásica “Willow Blue”, la favorita de la famosa Julia Child. Complementaron con la vajilla de otros amigos.
La decoración estuvo a cargo de Carmela, ambos querían hacer de su boda una reunión entre amigos cercanos, como lo hacen en casa.